Imágenes infernales
Impresiones sobre Hideshi Hino
Como tábanos venenosos, los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki rondaron durante los años posteriores a su llegada el imaginario de los historietistas nipones en una multitud de fantasmas polimorfos e independientes. Mientas que los manga testimoniales como Hadashi no Gen sirven como un acercamiento al dolor humano provocado por el orgullo de las élites, las secuelas psicológicas aparecen mejor representadas en el género del horror. Así, las grotescas metáforas de Hideshi Hino contienen bajo su granulosa superficie el miedo al alumbramiento de una prole deforme y radioactiva, o el de contraer una maldición física que conduzca primero al ostracismo y luego a la demencia.
Los monstruos de sus obras aparecen como víctimas de su temperamento, y de la brutalidad que les tocó vivir; su rabia contra el mundo y contra sus propios cuerpos los hace semejantes a las fuerzas primigenias del caos y el salvajismo, que retornan para arrastrar al imprudente hombre civilizado. No obstante, en lugar de promover el nihilismo de sus criaturas o una celebración hedonista de la tragedia universal, Hino dota a sus desdichados de un extraño consuelo: el poder de la elección. ¿Entregarse al prehistórico mar del resentimiento o trabajar por un camino más luminoso, al que, no obstante, solo podrán acceder a través de una serie de pruebas y sacrificios?
Se trata muchas veces del monstruo inocente que busca su lugar en el mundo, de criaturas cuya insensibilidad es confundida con malicia y de aquellos que adoptaron a la locura y al sadismo como nuevas pieles, en un intento de sentirse más seguros; es decir, humanos en trajes de Halloween enfrentados con la despiadada sociedad del hombre corriente.