Recordando a Candy Candy de Keiko Nagita (Parte I)
- Artículos
- Natalia Jaira
- 21 febrero, 2021
- 1
- 17 minutes read
Advertencia:
- Este ensayo está dividido en dos partes. La segunda será publicada el próximo 14 de marzo.
- Si no estás familiarizado con las obra en ninguno de sus formatos, la reseña puede resultar un adelanto de contenido. Alerta de spoilers.
- Las imágenes y videos han sido empleados como apoyo visual al desarrollo del contenido. Todas tienen sus respectivas citas y fuentes de origen descritas en las leyendas, y se ha contemplado una sección de bibliografía y referencias que irán en la segunda entrega del ensayo.
El pasado 28 de mayo de 2020 salió a la venta la novela ligera Candy Candy. La historia definitiva– CCHD– de la escritora y poetisa japonesa Keiko Nagita (Tokio, 1949). Y literal, esta novela le pone un final definitivo a la historia de vida de una de las heroínas animadas más recordadas y vistas por varias generaciones de televidentes hace ya 40 años. Esta publicación la ha realizado el sello editorial Arechi Manga, división de Yermo Ediciones y Publicaciones de Barcelona. Arechi Manga se especializa en sacar licencias al español de mangas de corte histórico o clásico, y novelas ligeras japonesas. Las traductoras encargadas han afirmado en entrevistas dadas para la promoción de la obra, que se ha empleado una traducción creativa, esto es el uso de recursos narrativos equiparables en el español para describir sensaciones y diálogos del japonés original.
Como sabemos, para que esta última versión novelada aparezca en Japón, pasaron varios hechos, no tan afortunados y con muchos sin sabores entre sus creadoras originales, Kyoko Mizuki, antiguo seudónimo de Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi. Ambas tuvieron una sonada controversia legal a fines de los años noventa por los derechos de la obra, lo cual generó una restricción de las licencias de publicación del manga así como la prohibición de la trasmisión del anime o cualquier producto derivado de la obra. Solo la escritora fue habilitada a publicar la novela ya que la justicia japonesa le reconoció la autoría plena de la obra original. Nagita, en su posfacio de la versión japonesa Shosetsu Candy Candy Final Story –CCFS– (Editorial Shodensha, 2010), contenida también la edición española, afirma que: “Sentía un cariño enorme por la historia que había escrito hacía 32 años [refiriéndose a la primera edición novelada de la obra, en 1978]. Me estaba preparando para abordar su cuarta edición [1er, 1978-1979; 2da, 1990; 3er, 2003]. En aquel momento, me pregunté si todo estaba perfecto, si realmente en esas páginas existía el universo que quería mostrarle a mis lectores. Aquella sería la última historia que contaría sobre Candy. Así que quería que todo fuera verdad. No quería arrepentirme de nada…” (CCHD, 2020: 396).
Portadas de edición japonesa de Candy Candy Final Story (dos tomos). Editorial Shodensha, 2010. Fuente
Entonces ¿Cuál es la novedad de esta última versión narrativa de la historia shōjo más conocida por estos lares? ¿Qué esperamos encontrar en la lectura de la novela?¿Vale la pena invertir en un libro de literatura “ligera” que no contiene ni uno solo de los hermosos diseños por los cuales reconocemos a nuestra amiga Candy, la huerfanita rubia pecosa Made in Japan de finales de los años setenta? Si me lees, podrás encontrar alguna respuesta, y quizá te animes a hacer este ejercicio que apela a tu memoria y nostalgia generacional.
Keiko Nagita en la presentación del primer tomo de su novela (edición francesa por Pika Édition) presentada en la feria del libro de Paris, Francia, 17 de marzo, 2019. Fotografía de Marie Carbonnier
Fuente
La novela CCHD debe ser vista como una historia independiente de los formatos anteriores, llámese manga y anime, pues para Nagita esta última versión contiene todo el espíritu de la historia original de Candy. Así, CCHD está dividida en tres partes, las cuales representan los recuerdos de la historia de vida de Candice White-Ardlay, quien ante el lector se presenta como una mujer adulta sobre sus treinta años que vive en una alguna villa del countryside del Reino Unido, cerca al río Avon durante la década del treinta del siglo XX. Todos estos datos son no menores dentro de las descripciones hechas por la autora, pues servirán como indicios para entender lo hechos que acompañaron a Candy, y nos brindarán un acercamiento al final de su relato de vida. Hay que darle crédito a la pluma de Nagita, ya que sus descripciones suplen de forma excepcional la ausencia de imágenes y nos trasportan a todos los recuerdos de las escenas que alguna vez vimos en el anime de la Toei Animation (1976-1979, 115 episodios), o a su primera versión en formato manga publicado en la revista mensual Nakayoshi (1975-1979, 55 capítulos, recompilados en 9 volúmenes en 1979) de la famosa editorial de manga juvenil Kōdansha.
Portada de la revista Nakayoshi, #7, julio 1977. Fuente:
La primera parte de la novela nos anticipa este ejercicio de memoria que realiza Candy tras leer las cartas recibidas desde el Hogar de Pony. La Srta. Paulina Giddings, más conocida como la señorita Pony, se ha recuperado de un malestar según cuenta la carta de la Hermana Lane (otrora Hermana María), quienes escriben contándole los pormenores sobre su querido orfanato, su lugar en el mundo al sur del Lago Michigan en el Midwest estadounidense, al cual evoca para comenzar sus recuerdos de vida. Entonces, el lector acompañará a Candy en esta retrospección a través de los capítulos con una narración en tercera persona. Se nos irá contando los hechos que marcaron a la niña pecosa de nariz respingada y las dificultades de crecer sin padres en condiciones adversas; pero con el cariño y comprensión de sus tutoras, de lo cual está muy agradecida: “Me abandonaron en el orfanato más bonito del mundo… agradezco que mis padres me dejaran allí y no en otro lugar. Estoy convencida de que lo eligieron a propósito…” (CCHD, 2020: 242).
Booktrailer del lanzamiento de la edición italiana de la novela Candy Candy. Il romanzo completo (2020) de la editorial Kappalab.
Tras la adopción de su amiga Annie y su triste separación (anticipándonos las fuertes emociones que se vienen), Candy se pregunta si ella tendría la misma suerte de ser adoptada por una familia rica, y la premura de esta por buscar un hogar para no ser más una carga económica en detrimento de los otros niños del orfanato. Las reflexiones de este tipo, unidas con la carga dramática se irán matizando con la mirada tierna y de esperanza de Candy. Desde el inicio, Candy recibe el primer mantra que guiará sus futuras motivaciones, sonreír ante la adversidad, dado por el famoso Príncipe de la Colina, el personajes etéreo y casi onírico de la obra. Seguidamente, vendrá la oportunidad de salir del orfanato para ser la niña compañera de juegos de una familia rica, lo que nos marcará el inicio de sus aventuras y desventuras, junto a su crecimiento y madurez personal.
En este sección, además, los capítulos van intensificando la presencia de los personajes que acompañaran la primera infancia Candy, algunos más entrañables que otros como Annie, Alistair, más conocido como Stair, Archiebald o Archie, y el tan recordado Anthony; así como los perversos antagonistas Eliza y Neil Lagan, quienes junto a su estirada madre, la Sra. Sara, y la tía abuela Elroy pondrán la cuota dramática a esta primera sección. Los diálogos nos hacen ver las situaciones tensas e injustas que atraviesa la protagonista en interacción con estos últimos personajes. Así, la autora utiliza términos como “maldita bastarda” o “huérfana”, que son marcadores de jerarquías sociales en un mundo que ha normalizado estas conductas, y que irán cambiando a través de los hechos ocurridos a lo largo del siglo XX. Aquí encontraremos también la primera interacción de Candy con Albert, el misterioso personaje “hippie” de alma libre que le salva la vida. Otro giro importante de destino para Candy será su adopción por parte del Tío Abuelo William Ardlay, el millonario de Chicago y principal miembro de la familia Ardlay.
No faltarán los diálogos románticos entre Candy y Anthony, con una sutileza que describe las sensaciones del primer enamoramiento; el origen de la Dulce Candy, la emblemática rosa que identifica el nacimiento del amor en Candy, y que culmina con la escena más trágica de este primer arco, que también vimos en el anime: el accidente de Anthony el día de la cacería del zorro. Y es que esta es una de las escenas que marcó, por no decir traumó, a millones de niños en el mundo. Este “trauma global”, quizá no entendido por algunos, fue necesario para el desarrollo de la trama con respecto a las experiencias fuertes que vive la heroína, dándole un giro narrativo importante a la historia: “Anthony Brown. Tan solo tenía 15 años. Era un buen chico. Un muchacho que amaba las rosas ¿Cómo puede Dios ser tan cruel?…’Las flores mueren, sí, pero renacen aún más bellas. Las personas mueren y renacen de una forma hermosa en el corazón de aquellas que los recuerdan.’ Las palabras de Anthony resonaban en mi corazón…” (CCHD, 2020:138-139).
Las anécdotas sobre cómo se vivió esta escena son interesantes, los testimonios y comentarios de aquellos que vieron la serie en su momento subidos en las redes sociales coinciden en que jamás se lo hubieran esperado o que significó un gran dolor ver la muerte de un personaje querido. En Francia, por ejemplo, esta escena fue censurada durante sus primeras emisiones en los ochenta por considerarla demasiado fuerte para el público infantil, optándose por traducir los diálogos para que se entienda que lo acontecido a Anthony fue un accidente y no su muerte, lo que generaría una notoria confusión argumental en los televidentes francófonos. En una entrevista dada para la revista online francesa Coyote Mag (2019), Nagita afirmó que la escena de la muerte de Anthony lo relacionaba con la de su padre, acontecida cuando era aún una niña. Lo triste y duro que fue experimentar una pérdida de forma súbita y repentina, resultaba ser también un hecho real que no debía ser ajeno incluso para los niños: «La vida es fugaz y, aunque puede conmocionar a la gente, es la realidad. No me pareció mal transmitir este mensaje a los niños. Al ver a Candy superar un drama similar, los niños pueden decirse a sí mismos que ellos también pueden…« (Coyote Mag, 2019). Este hecho es el cierre perfecto de la primera parte de la novela, tan cruda y acertada a la vez, pues nada sería fácil para Candy, por más adopción que hubiese, su vida no se regiría por una sola opción, así lo decidió su autora: “’el pasado es algo doloroso y maravilloso al mismo tiempo, ¿no crees?’”(CCHD, 2020: 396).
“Candy, we have to escape the Pony House to find the ones who love us!” secuencia “J-Pop Talk Show” del programa Saturday Night Live, temporada 37 (2013). Parodia sobre el fenómeno Otaku en EEUU. Se hace mención a Candy Candy, hecho interesante teniendo en cuenta que la serie no se trasmitió en la televisión estadounidense, y solo es conocida por los connoisseur (y también geeks) de anime y manga en dicho país.
1 Comment
[…] o lo que es lo mismo, el tributo en forma de música sinfónica a la recordada serie de anime “Candy, Candy”. Las frías calles limeñas del 2022 han quedado atrás, estamos en el pasado, en los 80s o 90s, […]