Kuttsukiboshi: El yuri artesanal

 Kuttsukiboshi: El yuri artesanal

Tras más de diez años de perseverancia e imaginación, Naoya Ishikawa logró materializar uno de sus sueños en agosto de 2010. Se trata de una historia que va más allá de un guion con poco brillo o de un proyecto no muy bien dotado técnicamente. Esto es Kuttsukiboshi, el “epítome” del anime yuri independiente de Ishikawa Pro.

[Spoilers] «Watashi no 71%», ending 2 de Kuttsukiboshi.

Como saben muy bien los fans, el yuri es un género en el que no sobran nombres. Los pocos que existen son adaptaciones, y la mayoría nunca ha pintado en lo mainstream. Kuttsukiboshi es un OVA de dos episodios (uno de 20 y el otro de 24 minutos) producido independientemente por Naoya Ishikawa, un hombre cuya pasión por el medio lo llevó a crear animes a través de sus propios medios.

La historia de Aaya Saitou y de Kiiko Kawakami logró cultivar un fandom pequeño –pero muy fiel-, y es el único de los proyectos de Ishikawa que es al menos identificado por la mayoría de simpatizantes del yuri. Se trata de una obra que está lejos de ser una creación maestra, y de hecho no se encuentra muy bien pulida en ningún aspecto. No obstante, tiene el mérito de, con todas sus limitaciones, haberse hecho un espacio en el corazón de muchos.

Lo que le gusta y no a la gente

Kuttsukiboshi –para ponerlo en términos coloquiales- se mama en muchos sentidos. Se trata de la relación entre Aaya y Kiiko, pero es un relato accidentado que mezcla elementos sobrenaturales explicados a la ligera, plot twists muy cuestionables y conductas que hacen dudar del sentido común de los personajes. A pesar de ello, logra resultar entretenido y tener un carisma muy particular que nos lleva a recordarlo hasta la fecha.

Kiiko (sentada) y Aaya (echada) comiendo helados.

Aparentemente tras el shock derivado por un accidente de tránsito, Kiiko obtuvo poderes psíquicos un año antes de los eventos del OVA. Este es el secreto que ella comparte con Aaya, su compañera de clase y el amor de su vida. Y sí, bastaron apenas los dos primeros minutos de la serie para que la propia Kiiko deje en claro que el viento existe solamente para hacer suspirar su cabello gris.

Esto último hace sonar como si estuviésemos frente a un lindo romance de dos colegialas con un toque fantasioso, pero Kuttuskiboshi decidió matar las expectativas de manera cruel. Sin caer en spoilers, el primer episodio acaba con uno de los twists más infames e inexplicables en la historia del yuri. Uno como fan del género desearía mandarlo al olvido, pero al menos el final de la serie hace el trabajo de literalmente hacer como si nunca hubiese sucedido.

Yuri para los que la conocen

¿Por qué, entonces, podría uno guardarle cariño a semejante caos de relato? “Me gustaban los personajes femeninos, y quería yo mismo convertirme en uno”. Así explicó Ishikawa en una entrevista el origen de su fuerte interés en el yuri, el cual se vio concretado cuando descubrió Koutetsu Tenshi Kurumi 2, secuela del popular harem de Otoño 1999. Como un fan más, él supo incluir también en su creación favorita aquello que quiere la gente.

Kiiko lo logró en menos de un capítulo.

¿Te hartaste de esperar trece episodios de Sasameki Koto por un beso? Pues seguramente el buen Naoya también, y por eso no se tomó más de seis minutos y medio en dibujar y animar a Aaya y Kiiko bajo un árbol haciendo lo suyo. Kuttsukiboshi juega con escenas que bordean el terreno R+18, y en el segundo OVA las cosas se ponen más turbias, pero finalmente los momentos felices entre ambas terminan imponiéndose.

La popularidad de la serie, además del amor de su autor hacia ella, lo llevó a que publique una serie de dōjinshis oficiales hasta varios años después. Son side stories breves de Aaya y Kiiko posteriores al final del anime. El componente oscuro es dejado de lado a favor de escenas H moderadas, y todo fan termina satisfecho con ver que sus dos personajes favoritas lograron seguir felices y juntas para siempre.

Página 14 del dōjinshi oficial Kuttsukiboshi -Sekai ni Houkago-.

Puntos extra

Un detalle muy llamativo es que dentro del cast se encuentra la popular Asami Imai, cantante y seiyū que hace la voz de Kiiko. Su rol más conocido es probablemente el de Kurisu Makise en Steins;Gate, y entre sus singles en animes están Asayake no Starmine (ending 2 de Plastic Memories) y Hoshikuzu no Ring (opening de Corpse Party: Tortured Souls). Ishikawa mencionó que el proceso de grabar voces era nuevo para él, y resulta muy curioso que haya podido contar con semejante nombre para esta producción.

[Spoilers] «Hatsukoi Kasoku Kūkan», ending 1 de Kuttsukiboshi, por Asami Imai. Lamentablemente coincide con la peor parte del anime.

Por otro lado, es difícil no sentir algo de admiración por cómo logró hacer realidad las ideas que apuntó por muchos años antes de dormir. Él ni siquiera pudo dibujar a Aaya y a Kiiko en aquellos tiempos porque sentía que sus habilidades de dibujo eran malas. Trabajo duro, pulió sus capacidades, y terminó animando por su cuenta un anime de dos episodios. El cariño de los fans hacia su obra permitió que ellas dos sigan amándose eternamente en los mangas.

Ishikawa Naoya es uno de muchos creadores independientes, pero lamentablemente es un nombre que pasa desapercibido en la industria. Su historia, con otros de sus proyectos como Docchi mo Maid, merece al menos un artículo aparte. El suyo es un ejemplo de alguien que no destaca precisamente por ser un genio o por gozar de un talento innato: el amor de Naoya por el anime lo llevó a convertirse en creador, para así poder volver a encontrarse con los personajes que tanto quería.

«Una persona es feliz cuando logra su felicidad» – César Acuña.

Kenny Nagahama

Estudio Comunicaciones. Háblame de anime, fútbol y Adachi.

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