Me estoy volviendo Japonés: el país del Sol Naciente desde occidente

 Me estoy volviendo Japonés: el país del Sol Naciente desde occidente

The Vapors es una banda a la que se le recuerda por un único éxito, el sencillo Turning Japanese. La canción fue lanzada en 1980 y su letra y su melodía aluden, a grandes rasgos, a Japón. De forma similar, pero salvando distancias, la famosísima ópera compuesta por Giacomo Puccini en 1904, Madama Butterfly, emplea escenarios propios del país del Sol Naciente para narrar un romance trágico concebido en occidente

Transportémonos ciento quince años en el futuro, al año 2019: la estrella pop Billie Eilish lanza You Should See Me in a Crown, extraído de su álbum debut When We All Fall Asleep, Where Do We Go? El videoclip de dicho título ostenta imágenes de Takashi Murakami, un archi popular artista plástico oriundo de Tokyo. En el video, Eilish se convierte en un personaje de anime en 3D: ojos gigantes, nariz diminuta y figura filiforme. Y cuando el video marca el segundo minuto, Murakami se impone: las flores tornasoladas se multiplican al lado de una araña mutante, que no es otra que Eilish bailando sobre un escenario psicotrópico. Es la colisión feliz de dos linajes opuestos: oriente y occidente, juntos en tres minutos de animación.

Billie Eilish Murakami style

Lo que queda claro de estos ejemplos es que Japón ha calado hondo desde siempre. Su influencia se manifiesta por doquier en la obra de artistas de ayer y hoy. Ya sea desde su arista más visible (el anime) o desde otras fuentes menos extendidas (como su literatura), compositores e intérpretes occidentales se valen de signos y estandartes nipones para enriquecer sus creaciones (sin ir muy lejos, recordemos a Daft Punk y su Insterstella 5555). Incluso, algunas veces, la totalidad de una obra puede ceñirse a abarcar el significado de Japón bajo la luz de una mirada extranjera.

Y eso es lo que está a punto de pasar por estos lares. A propósito del estreno en Lima de un musical que comparte nombre con el País del Sol Naciente, revisemos aquellas obras que no ocultan su afinidad por la patria de Astroboy.

¿Un musical sobre otakus?

Giacomo Puccini – Madama Butterfly (1898)

Para crear Madama Butterfly, Giacomo Puccini se inspiró en una obra de teatro de David Belasco, llamada Madame Butterfly: Una Tragedia de Japón (1900). Esta obra primigenia es en verdad una adaptación dramática de un cuento de John Luther Long, de título homónimo, publicado en 1898. Sin embargo, la obra de John Luther Long no es original, sino una reelaboración de la novela de Pierre Loti, Madama Crisantemo, editada en 1887.

Eso sí, todas presentan una anécdota más o menos igual: un oficial naval apostado en Nagasaki contrae matrimonio con una jovencita llamada Cio-Cio San. El conflicto ocurre por la huida del oficial después de la noche de bodas. Cio-Cio San será incapaz de reconciliar la ausencia de su amado consigo misma. Esta situación se exacerbará cuando su ex marido vuelva a Nagasaki acompañado de otra mujer.

Si bien la melodía de la composición de Puccini no posee, ni pretende poseer, una musicalidad oriental, sí se vale de una escenografía que se alimenta de texturas niponas. Para el ojo moderno, tales aspectos pueden parecer meros estereotipos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la aparición de esta ópera, así como las obras que la inspiraron, se encargaron de darle forma a aquella incipiente mirada occidental sobre el universo asiático.

Y no hay que dejar de lado, por supuesto, la hermosa aria que nos legó Puccini, Un bel di vedremo, donde Cio-Cio San se desgarra ante nosotros por el anhelo del ser amado, o por la sospecha de una traición inevitable.

Blue Öyster Cult – Godzilla (1977)

Esta banda oriunda de Nueva York se hizo popular gracias a la singular mezcla que hicieron de hard rock con letras inspiradas en la ciencia ficción, la fantasía y el ocultismo. Entre sus canciones más conocidas se encuentran (Don’t fear) The Reaper, Burning For You y Godzilla. Esta última hace referencia, qué duda cabe, al mismísimo rey de los monstruos, el emblemático kaiju de aliento atómico.

La banda incluyó dicho tema dentro de su quinto disco, Spectres, lanzado en Octubre de 1977. La letra de Godzilla describe el avistamiento de la criatura y su posterior ataque a la metrópolis, y además incluye un puñado de frases en japonés, a la manera de anuncio televisivo.

La canción se hizo tan célebre que, hasta el día de hoy, artistas de todos los hemisferios le han dedicado multitud de covers. El último de ellos es el que interpretó Serj Tankian (el líder de System of a Down) para el blockbuster gringo Godzilla: King of Monsters.

The Vapors – Turning Japanese (1980)

Lo único japonés que posee esta cancion es el mal llamado ostinato asiático, esa frase musical que evoca cierto carácter oriental imaginario. Y utilizo la palabra “imaginario” porque dicho ostinato no tiene filiación alguna con oriente. Se trata, más bien, de una creación occidental para evocar un «sonido» estereotípico de China, Hong Kong o Japón.

La sucesión de notas que caracterizan esta frase tratan de emular las escalas que emplean la música tradicional asiática. Su primera aparición se puede rastrear desde finales del siglo diecinueve, cuando la tonada fue incluida en un espectáculo basado en la leyenda de Aladino.

Luego, el cancionero popular mundial se apropiaría de aquella melodía. Por ejemplo, Kung Fu Fighting, de Carl Douglas, se apoya en ella para añadirle color a su oda de las cintas hongkonesas de artes marciales setenteras. Hasta los peruanos la hemos podido gozar, contrabandeada en uno de los temas más célebres del rock nacional: Las Torres, de Los Nosequién y los Nosecuántos.

Como recordarán, la letra de este sencillo nombra varias perlas de nuestro alicaído parnaso político. El mentado ostinato surge cuando el vocalista concluye el siguiente verso: “y por cinco lucas me compro un diputado, un juez, un fiscal, un par de abogados, un arquitecto o, en su defecto, un novelista, un par de periodistas, un arzobispo, un cardenal, una virgen que llora y una virgen de verdad, y quizás a Fujimori.

En el caso de The Vapors, el riff oriental se repite varias veces durante Turning Japanese. La letra utiliza el concepto de «volverse japonés» como sinónimo de enajenamiento, el cual se produce a partir de una desilusión amorosa. Turning Japanese fue el único éxito de The Vapors, quienes vieron su carrera musical deteriorarse luego que la gente perdiera interés en su arbitraria interpretación del amor no correspondido.

David Sylvian & Ryuichi Sakamoto – Forbidden Colours (1983)

Este sencillo es un sublime ejercicio de intertextualidad, un abanico de significados latentes esperando ser descubiertos por el oyente sensible. Empezando por la melodía, que no es sino el leitmotiv principal de la cinta Furyo – o Merry Christmas, Mr. Lawrence, por su título occidental-, realizada por el otrora enfant terrible del cine nipón, Nagisa Oshima.

Furyo relata un romance imposible bajo el disfraz de un drama bélico. Los protagonistas son dos íconos de la música que se encontraban por primera vez: David Bowie y Ryuichi Sakamoto. Sakamoto, famoso por ser el líder de la banda electrónica Yellow Magic Orchestra, interpreta al Capitán Yonoi. Bowie es su antípoda, un tenaz prisionero de guerra llamado Jack Celliers.

El conflicto surge a partir de la repentina atracción que siente Yonoi por su prisionero. Al verse invadido por sentimientos tan profanos, Yonoi tratará de extinguirlos de forma literal. Esto es, pulverizando a su obscuro objeto del deseo mediante la tortura. Pero cada intento de desaparecer a Celliers de su mente no hará más que fijarlo más y más adentro de su pecho.

El clima melancólico de la cinta se acentúa gracias a su banda sonora, la cuál fue compuesta por el mismo Sakamoto. Además, a la melodía principal se le añadiría letra e intérprete: David Sylvian, líder de la banda Japan, prestaría su voz al canto visceral de un amor funesto.

La presencia andrógina de Sylvian es el complemento ideal de este tema que toma el título –Colores prohibidos– de una novela de Yukio Mishima. El texto de Mishima relata el romance platónico surgido entre dos hombres que se enfrentan en todos los flancos: vejez y juventud, fealdad y belleza, fallecimiento y vitalidad, rencor y ternura. En ese mismo clima, los versos de Sylvian describen las heridas físicas y espirituales infligidas por un deseo no consumado.

Es una canción delicada y radiante, aunque trágica. Además, reúne las sensibilidades de cinco temerarios intérpretes, todos prestos a mostrar sus masculinidades como cotos de fragilidad a flor de piel.

Beastie Boys – Intergalactic (1998)

El trío de hip-hop más prestigioso de Nueva York se valió de su afición por las franquicias Super Sentai para realizar el video de Intergalactic. El tema forma parte de su disco Hello Nasty, lanzado en junio de 1998. Cabe anotar que en el mismo disco se incluye el tema Body Movin, cuyo video musical emplea referencias cinematográficas del cine criminal italiano setentero.

Mientras que los versos de Intergalactic no dicen absolutamente nada sobre Japón, son las imágenes del videoclip las que están plagadas de referencias a los films de kaijus, al género de efectos especiales conocido como Tokusatsu y a las franquicias de Ultraman y de los héroes enmascarados del Super Sentai (de donde salieron los Power Rangers).

Como homenaje, el video es un ensayo erudito: utiliza con eficacia los recursos y estilemas propios de los géneros cinematográficos mencionados. Como pieza audiovisual, Intergalactic es una exquisitez para los ojos: no hay otra forma de articular el placer de ver a un calamar antropomorfo batirse a duelo con un robot gigante, mientras los Beastie Boys recorren en cámara lenta los andenes de las estaciones ferroviarias de Tokyo.

Flaming Lips – Yoshimi Battles The Pink Robots Pt. 1 (2002)

The Flaming Lips es una banda de rock psicodélico y espacial formada en Oklahoma y que se ha mantenido activa desde los años ochenta. Para su décimo disco, el grupo se inspiró en la presencia de Yoshimi P-We, una artista de noise rock proveniente de Okayama, Japón. Yoshimi es célebre por ser miembro de la famosa banda experimental Boredoms, además de fungir de líder del colectivo musical femenino OOIOO.

El título de la canción alude a la sensación que le generaba a Wayne Coyne, líder de The Flaming Lips, escuchar a Yoshimi P-We cantar. Era, literalmente, como detalla el título: cuando entona una melodía, parece que Yoshimi lucha contra robots rosados. Y es que en las composiciones de OOIOO, plenas en sonidos abrasivos y ruidos metálicos, parece que se está despanzurrando a algún robot maligno.

Yoshimi Battles The Pink Robots Pt. 1, sin embargo, es todo lo contrario. Una melodía amable y agridulce que es una celebración de una tal Yoshimi, experta en karate y enemiga natural de unos cyborgs antropófagos que amenazan con comerse a su mejor amigo.

El videoclip muestra a varias señoras vestidas con kimonos y a una multitud de personas que rodean a la banda, que se desplaza sin soltar sus instrumentos. La propia Yoshimi P-We aparece en el video, realizando una especie de performance que la hace devorar frutas y vegetales. Al final, Yoshimi flota sobre la multitud, con una media sonrisa y una mirada serena.

The Bird and the Bee – Love Letter to Japan (2009)

Esta canción es justo lo que subraya el título, al pie de la letra: una carta de amor a Japón. La intención se transparenta desde la primera estrofa: Desde Occidente hasta Oriente, he venido para estar a tu lado / He recorrido toda esta distancia para estar cerca, para estar aquí contigo / Y ahora, entregaré todo mi corazón precisamente a tus pies.

Podría tratarse de una declaración amorosa a un chico o chica, pero la intérprete no deja lugar a dudas: Ya empaqué, estoy en camino / Estoy lista para cualquier estación / Estoy lista para permanecer / Aquí está mi corazón, mi palpitante corazón / Oh, ya deseo que este romance comience / Oh, cómo anhelo que esta aventura amorosa empiece.

¿No son estas mismas palabras las que todos nosotros, feligreses de la tierra de los cerezos en flor, hemos querido vociferar alguna vez, cuando el ansia febril de escapar hacia Japón parecía abrumarnos?

Love Letter to Japan forma parte del disco debut de The Bird and the Bee, una banda de electro pop afincada en el terreno de la nostalgia. Su producción discográfica posterior refleja esta voluntad, con dos discos dedicados a homenajear íconos ochenteros: el dúo new wave, Daryl Hall & John Oates y la banda de glam metal, Van Halen.

El videoclip que acompaña a Love Letter to Japan también manifiesta esta simpatía por el pasado. Los colores violáceos de las lámparas de neón, las máquinas electrónicas del obsoleto Dance Dance Revolution y las pantallas con imágenes de baja resolución son algunos de los elementos que complementan esta carta de amor al país del city pop.

DyE – Fantasy (2011)

Dye es un músico francés de electro pop. Fantasy fue el segundo single promocional de su primer disco, Taki 183. Aunque la canción no hable de oriente (salvo una intrascendente mención a Tokyo), ni tampoco sea particularmente memorable, es el videoclip la verdadera estrella.

El mini film inicia como una típica película de adolescentes: cuatro jovencitos irrumpen en lo que parece ser la piscina de un colegio desolado. La travesura responde al ímpetu de dar rienda suelta a sus incipientes deseos sexuales. Pero, de pronto, lo que parecía ser una cinta de transición se transforma en un inquietante film de horror.

Entonces, unas grotescas extremidades brotan de los jovencitos, convirtiéndolos en monstruos esperpénticos y sedientos de sangre. Solo se libra la chica que no sucumbió a sus bajos instintos, que huye tras sortear a sus ex compañeros. Al sumergirse en la piscina, se topa con un portal hacia una cueva húmeda. Al levantar la mirada, sus ojos no pueden concebir lo que ven y estallan. Finalmente, su cuerpo exánime cae. En el horizonte se vislumbra la estampa de un cefalópodo gigantesco, rodeado por unos amplios anillos grises que sugieren un origen espacial.

El realizador de esta pesadilla animada, Jérémie Périn, no teme esconder sus influencias. Desde la ciencia ficción existencial de Katsuhiro Otomo en Akira hasta el body horror de John Carpenter y David Cronenberg. Pero no solo ellos: los diseños de los personajes parecen emular los trazos de Satoshi Kon o Junji Ito, y la textura de los monstruos recuerdan a las creaciones cyberpunk de Shinya Tsukamoto. Por último, la aparición final del coloso obscuro, mezcla de calamar y dragón, remite inmediatamente a Cthulhu, la bestia cósmica que fuera creada por H.P. Lovecraft casi dos siglos atrás.

Anamanaguchi – Meow (2013)

Anamanaguchi es una banda que tiene como razón de ser la reivindicación de todas sus pasiones: los videojuegos de antaño, el anime y la cultura del internet. La banda alcanzó prestigio gracias al soundtrack que creara para la versión videojuego de la película Scott Pilgrim Vs. The World (a su vez, un título que empleaba como materia prima las mismas fuentes que Anamanaguchi).

Meow es un tema perteneciente a su segundo disco, intitulado Endless Fantasy. Dicho álbum se lanzó en mayo de 2013, y fue patrocinado por los seguidores de la banda mediante una exitosa campaña de Kickstarter.

El videoclip del sencillo encapsula todas las filias de la Anamanaguchi en un solo lugar: una galería de máquinas de juegos electrónicos. Los músicos interactúan con una serie de pintorescos personajes, mientras la textura de la imagen es intervenida por Furbys, gráficos de computadora aleatorios, colores ionizados e ideogramas japoneses por doquier.

Un maullido robotizado tintinea alrededor de los compositores que, instrumentos en mano, buscan reproducir la ilusión de un juego de Nintendo o Sega. El resultado se convierte en un bucle anacrónico y nostálgico que tantea la belleza extinta y pixeleada de los sprites de ocho bits.

Jaden – GOKU (2018)

Los raperos estadounidenses aman el anime y, especialmente, Dragon Ball y Naruto. Entre las decenas de canciones dedicadas a la animación nipona, Jaden Smith, hijo de Will Smith– sobresale por escoger el nombre terrícola de Kakarotto como título para su sencillo de 2018.

En realidad, la canción no guarda relación estrecha con Dragon Ball. El uso del nombre Goku solo sirve de metáfora para expresar una sensación de ¿invencibilidad? Por otro lado, cabe destacar la escenografía, que no es otra que el célebre distrito de Akihabara, cuna mundial del mundo gamer y otaku, ubicada en el centro de Tokyo.

Eso sí, el single no es una típica canción de hip-hop ni de trap. Todo lo contrario: Jaden emplea las cadencias y los efectos del dubstep y utiliza los beats como contrapuntos de la colorida metrópoli que lo rodea. Además, hace realidad la fantasía máxima de todo fanático de Dragon Ball: aquella donde es posible invocar las llamaradas azules del kame hame ha con tan solo juntar ambas muñecas.

Dua Lipa – Levitating (2021)

Como se ha podido comprobar a través de esta breve antología, las representaciones de Japón han pasado de ser alusiones veladas para convertirse en homenajes manifiestos. Es lo que ocurre con el último sencillo de Dua Lipa, Levitating.

La canción no habla de las sailor senshi, ni mucho menos. La letra tampoco invoca el poder de la Luna ni de ninguno de los astros de nuestra galaxia. El ritmo o la melodía no guardan semejanza con los compases característicos del jpop. Ni siquiera se samplea algún efecto sonoro del famoso anime de la Toei.

El tema en cuestión no lo dice, pero el videoclip sí: Dua Lipa ama a Sailor Moon y por eso decide transustanciar su ser para convertirse en una versión alternativa de Usagi Tsukino. El estudio de animación NOSTALOOK se encargó de la producción y, además de inspirarse en el arte de Sailor Moon, también utiliza como referencias visuales al anime ochentero Magical Angel Creamy Mami.

Bonus Track: Kaori Yoshinari – Hanikami Tenshi (1982)

Cover de Por qué te vas, de Jeanette

Porque el homenaje también se puede dar desde el otro lado. Esta vez, con el archiconocido tema de la cantante hispano-británica Jeanette, lanzado originalmente en 1974. La intérprete es Kaori Yoshinari, una ex artista pop de la que hoy no se tiene mayor novedad. Al parecer, su carrera se resume en tres sencillos lanzados en los años ochenta y unos cuantos trabajos menores de actuación.

La versión nipona, sin embargo, es una maravilla. Quizá se deba al hecho que las canciones de Jeanette poseen cierta sofisticación cosmopolita, lo que las asemeja y emparenta con el city pop japonés de aquellos años.

Por supuesto, la letra y el título cambian para adecuarse al fraseo nipón. El título cambia de Por qué te vas a Hanikami Tenshi (timidez de ángel) y, como es costumbre en las baladas city pop, la letra se carga de una melancolía poética de alegorías cotidianas. “El corazón es lluvia” canta Kaori, mientras los compases de uno y otro hemisferio se entrelazan para obsequiarnos tres minutos de una vaporosa tristeza que nos invita a bailar.  

rafael flores figueroa

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