¿Qué es la maldición Tezuka?
El icónico manga Tetsuwan Atom, más conocido como Astroboy, empezó a publicarse en 1952 y el siguiente paso en el plan de su autor, Tezuka Osamu era dar el salto a la televisión, lo que se concretó el 1 de enero de 1963. Para lograr este objetivo, el dios del manga tomó una serie de decisiones que no solamente cimentaron el camino del éxito sin precedentes de su historia así como del llamado media-mix, sino que cambiaron para siempre a la industria del anime en Japón, que hasta la fecha muestra los rasgos de la—denominada por algunos autores—“maldición Tezuka”.
Era 1962. El anime y su industria—como los conocemos ahora—aún no habían nacido, así que era complicado encontrar inversionistas. Según Jonathan Clemments, con mucha dificultad, Tezuka-sensei consiguió el apoyo de la compañía de publicidad Mannen-sha, la empresa de confitería Meiji Seika, Fuji TV y NBC Enterpraises, que se suman, según Antonio Loriguillo a las jugueteras que compraron la licencia de la imagen de Atom. No obstante, Clemments revela que el capital de producción era insuficiente, pues, por ejemplo, Mannen-sha asumía que una serie anime debía costar la mitad de una serie live-action, así que sólo estaban dispuestos a aportar 300 000 yenes por episodio, lo que desanimó a Tezuka.
Loriguillo afirma que cada capítulo terminó costando 550 000 yenes que Tezuka manejó reduciendo los costos en varios sectores generando un escenario con el que ya estamos familiarizados. En primer lugar, apostó por la animación limitada para usar menos celuloide y para acelerar el proceso de producción con el objetivo de transmitir un capítulo semanal. En segundo lugar, Clemments señala que Tezuka optó por tercerizar el trabajo de animación con intensas sesiones para los animadores. Loriguillo precisa que a pesar de estos puntos, los episodios se vendían por menos de lo que costaban, así que la ganancias en realidad provenían del media-mix, es decir de la estrategia de explotación de la franquicia en distintos medios como merchandising.
Fuente: Tezuka Productions
El esquema de producción y negocio del dios del manga presionó a la competencia a seguir el mismo camino y esto configuró lo que Roland Kelts llamó la maldición Tezuka o la maldición Osamu. Para Loriguillo, «la limitación presupuestaria deficitaria inherente a la producción del anime» aún tiene un impacto actual y se refleja, según Mōri, en la gran diferencia de costos de realización del anime en comparación con series norteamericanas, así como en las ya mencionadas precarias condiciones de trabajo de los animadores. El autor explica una situación que no es ajena: los puestos de trabajo fijos son reemplazados por freelance o subcontratación a estudios de animación del sudeste asiático como Corea del Sur. Asimismo, los apretados deadlines afectan tanto la vida de los animadores (algunos renuncian también) como la calidad del producto final.
Otro punto importante que destaca el autor es la tendencia a la uniformización de las producciones debido a la intervención de las varias empresas que comparten los costos y conforman los comités de producción, que pugnan por un producto con el menor riesgo, lo que lleva—en muchos casos—a que se siga la fórmula que ha demostrado funcionar y que es la razón también detrás del kūru o temporadas de 12 o 13 episodios que son la tendencia en la actualidad. Además de estas circunstancias y la dependencia del media-mix, la maldición Tezuka también ha polarizado a muchos sobre los motivos del dios del manga detrás de su modelo y ha llevado a un intenso debate al respecto.
De acuerdo con Roland Kelts, algunos señalan que Tezuka provenía de un sector privilegiado y una vez que se estableció como artista líder de la industria del manga y el anime no cambió su modelo en producciones posteriores, lo que presionó a la competencia a seguirlo. Según, Michael Rose, otros señalan que el ímpetu de Tezuka por aprovechar el momentum y difundir su trabajo por todo Japón y el resto del mundo lo llevó a seguir este modelo y que a través del mismo solidificó la posición del anime y abrió las puertas a jóvenes artistas a quienes introdujo además a publicistas y editores para que se labraran sus propias carreras.
Es discutible cargar la responsabilidad del mantenimiento de un modelo de industria a una sola persona sin considerar el resto de productoras que lo aplican, pero el dios del manga marcó un hito al respecto que es difícil ignorar. Sin duda, el debate sobre la maldición Tezuka continuará y quizás se transforme al mismo ritmo que lo haga la industria del anime y el manga que cambió para siempre con Tetsuwan Atom.
Fuentes
Les dejamos una lista de material que pueden revisar sobre la maldición Tezuka y la historia del anime.
- Clements, J. (2019). Anime: A history. Bloomsbury Publishing.
- Kelts, R. (2006). Japanamerica. How japanese pop culure has invaded the U.S. Palgrave Macmillan.
- Loriguillo, A. (2018). La narración compleja en el anime postclásico: la ambigüedad narrativa en la animación comercial japonesa, Universitat Jaume I.
- Rose, M. (2013). God of manga or devil of the medium? Undergraduate Review, 9, 174-176.